viernes, 15 de abril de 2011

Danza Butoh, la cristalización del aire

Immobilizados como por magia, los bailarines de butoh son estirpados del tiempo. 
La danza no busca transmitir un sentido o seguir el ritmo, sino mostrar lo que se ve. Transparente, pura materialidad, la immobilización no ahorra ningún detalle a la contemplación. 
Los bailarines de butoh se someten al espacio tal un objeto. Mientras, la música se vierte como un líquido y va rellenando el espacio. Mojados por la música los bailarines se van transformando, mutación que alcanza al espacio, adquiriendo un caracter absoluto.
El efecto del conjunto es el de una desrealización. Observando intensamente, el espectador entra en el bailarín-objeto, cuya mirada flotante contamina la del espectador, y le hunde en una contemplación sin fin. 
El silencio de los bailarines de butoh se cristaliza por medio de la música, y nos atrapa en el espacio. 
Lo que cautiva es el conjunto, todo integrado en una experiencia única. Se llega a sentir el aire, el sonido, la piel de los bailarines... un espacio que absorve y ahoga un poco al espectador.
La fuerza de la performance no proviene de su significación, ni de las formas visuales desplegadas, sino del estado en el cual nos sumerge.

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